Hace ya una semana entera desde que finalizó el Mundial de Pista en Duisburg (Alemania). A veces, una crónica rápida, en el día o día siguiente (que es lo que debería estar haciendo y trataré de recuperar en lo posible en octubre) da mucha información, medallistas, nombres, situaciones de carrera, etc. Sin embargo, a veces el tiempo da otra perspectiva.
Sin querer desde luego hacer de menos ni una de las paladas dadas en el mundial, es como si los días fuesen trillando el grano de la paja y las carreras que entraban dentro de lo habitual pasan a formar parte de la historia (ya digo que bien entendida, pues todas y cada una de las medallas tienen su incalculable valor para los protagonistas). Vaya por delante que da la sensación de haber vivido una especie de
déjà vu, una vuelta al panorama de hace 25 años, con un marcado duelo entre Alemania y Hungría (impresionante ver cómo caían las medallas para los germanos en las primeras finales, oros y platas uno tras otro).